Hospital General

Proyecto semiolvidado por la República y retomado por la Diputación, se emplaza en la entonces periferia de la ciudad. Adopta unos esquemas funcionales muy simples y normalmente simétricos, presidiendo el conjunto una capilla y un esbelto y academicista campanario.
El complejo programa es desarrollado mediante una sencilla retícula de bloques con espacios interiores a modo de claustros o grandes patios en un conjunto de gran unidad. El lenguaje utilizado contribuye a su unidad y monumentalidad. La fachada presenta una composición de paños lisos de ladrillo y recercados de piedra. El conjunto dispone de una galería corrida retranqueada en planta baja y pórticos monumentales de grandes pilastrones, que abarcan toda la altura del edificio, que señalan los ejes de composición. Curiosamente para la época, el edificio “no tiene fachada”, pues desarrolla su propia ley interna de crecimiento independientemente a los condicionantes del exterior. Ha sido la puesta en uso la que, con posterioridad, ha ido definiendo elementos de control de entrada y distribución de las circulaciones. Constituye un ejemplo de buen hacer arquitectónico, dado el momento y las condiciones en que se llevó a cabo y ejemplo ineludible de un correcto ejercicio de composición y adecuación funcional.

Muros de ladrillo.
Vigas de hormigón y bovedillas cerámicas.
Fachadas con pilastras y pórticos de piedra delimitando paños de ladrillo de tonalidad rojiza.