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Vereda de San Antonio de Benageber

Denominació
Vereda de San Antonio de Benageber
Municipi
PATERNA
Comarca
L'HORTA NORD
Província
València
Ubicació
Discurre por diversas partidas de éste y otros términos municipales, al norte del caso urbano de Paterna
Accés tradicional
Vereda de San Antonio a Burjassot
Edifici instal·lació
Camino ancestral
Estat contexte
Muy bueno
Tipologia
Infraestructures - Equipaments tècnics i col·lectius. Comunicacions i obres públiques - Camins i carreteres
Autor
Manuela Raga y Rubio
Data
01/09/11
Foto InmuebleFoto Inmueble



¿En los tiempos de la Mesta (siglos XIII al XIX), los ganados de las zonas frías y montañosas de la Península se trasladaban de un lugar a otro de su geografía, en una búsqueda permanente de pastos estivales e invernales, en un desplazamiento denominado "trashumancia".
El impulso económico y social de este movimiento ganadero fue favorecido por el Estado, constituyendo la organización de la Mesta, que legisló sobre los pastos y los caminos, trazando rutas, dormideros, esquiladeros, corrales, etc. A pesar de estar en desuso, los caminos y cordeles mantienen su privilegio de paso franco y pueden recorrerse en la actualidad, rememorando los vestigios de la forma de vida rural e itinerante de otras épocas y percibir su contenido histórico, monumental y paisajístico.
Las vías pecuarias están clasificadas en cuatro categorías según su anchura:
¿ Cañadas:
hasta 75 metros de anchura (90 varas castellanas)
¿ Cordeles:
hasta 37,5 metros de anchura
¿ Veredas:
hasta 20 metros de anchura
¿ Coladas:
cualquier vía pecuaria de menor anchura que las anteriores.
La red de vías pecuarias no se extiende sobre todas las regiones españolas, sino que está restringida a aquellas zonas donde las condiciones climáticas impiden la explotación de los pastos durante todo el año. Por lo tanto en Galicia y a lo largo de la Cornisa Cantábrica, no existen cañadas.
En el resto de España, las vías pecuarias reciben distintos nombres, En Aragón se conocen como cabañeras, mientras que en Cataluña se llaman carreradas. En Andalucía, son veredas de la carne y en Castilla, aparte del nombre genérico de cañadas, se denominan también galianas, cordones, cuerdas y cabañiles.
La Cañada Real de Valencia es la más Oriental de todas y la única que llega al mar. Nace de la sierra de Tragacete, pasa por Cuenca y termina en Valencia capital. Ha desaparecido prácticamente todo el trazado en tierras valencianas.
Las vías pecuarias suponen en el País Valenciano aproximadamente el 2% de su territorio, el doble que en España, extendiéndose a lo largo de 14.250 Km. y ocupando 35.000 Ha. (Castellón 40%, Valencia 36% y Alicante 24%). Es decir, si procedemos a simples comparaciones con otros indicadores regionales, son más importantes en extensión que las carreteras (8.500 Km.) y ferrocarriles (1.000 Km.), ocupan aproximadamente la misma superficie que ríos y lagos (33.000 Ha.) o los cultivos de huerta (36.000 Ha.), o prácticamente tienen la misma superficie que todos los parques y parajes declarados de interés natural (33.800 Ha.). Consecuentemente, desde el punto de vista eminentemente cuantitativo y volumétrico su interés es ciertamente espectacular y digno de consideración.
Los caminos pecuarios son ancestrales veredas o redes de vías que canalizan movimientos periódicos de ganados, a su vez ejes básicos de un sistema ganadero que se fundamenta en los desplazamientos cíclicos de animales y personas y que conocemos modélicamente como trashumancia.
Este trasiego, un tanto nómada, permite una explotación óptima de los recursos existentes al distribuir alternativamente el pastoreo entre zonas de invernada y zonas de agostada, utilizando los picos de producción vegetal dentro de las mejores coordenadas de espacio y de tiempo. Para ese menester, lógicamente, al extenso y diverso entramado viario le es imprescindible una serie de servidumbres para la logística y de la intendencia que van desde los descansaderos y majadas hasta los abrevaderos y chozos de pastores pasando por los corrales y contadores, entre un sinfín de elementos arquitectónicos y etnográficos que conforman un segmento de fuerte personalidad en el mundo rural valenciano,

La trashumancia en nuestras tierras es una de las manifestaciones agrarias y culturales vivas más antiguas e importantes que conocemos. Si prescindimos de períodos prehistóricos, donde no obstante podríamos entrever traslados pecuarios a partir de las pinturas rupestres, el reino musulmán de Valencia mantenía la trashumancia transfronteriza y poseía tradición pastoril a la que se le aplicaba, entre otros, el impulso sobre "las cosas que crecen" o "zadaka". La conquista del Reino de Valencia por Jaime I tuvo en la ganadería uno de los ejes básicos de actuación. La corona entendía que la función pecuaria y la trashumancia eran actividades de vida, repoblación, comercio y negocio, por lo que estableció políticas de franquicias y privilegios para su mejor desarrollo. De este modo, una de las primeras rúbricas de los Furs, proveniente de un privilegio de 1239, eximía a los habitantes de la ciudad de Valencia de los impuestos de "carnatge, heuratge, muntatge e herbatge" y confirmaba los derechos de pasto de sus vecinos en todo el Reino. Además desde la estricta óptica del Reino de Aragón, las tierras valencianas eran una interesante "Extremadura", y para ello exigieron reciprocidades de pasto o exenciones impositivas en tanto en cuanto coadyuvadores en la conquista.
El mundo ganadero fue desde la Baja Edad Media y durante toda la Edad Moderna, incluidos los flamantes s. XV y XVI valencianos, un pilar de nuestro modelo socioeconómico y político. El crecimiento de los rebaños, de sus tamaños, así como de los flujos trashumantes, mayormente aragoneses y castellanos, coincidió con el aumento de la demanda de lana y de comercio en los mercados italianos y con la configuración de unas oligarquías locales que controlaban los usos comunales y los productos. Ello hizo necesarias desde el s. XIII fórmulas de organización gremial, que en tierras valencianas se vincularon a los poderes locales y cuyo máximo exponente fue el "Lligallo". Esta institución, que podríamos equiparar pedagógicamente a una especie de "Mesta" local, se ocupaba de los intereses ganaderos comunales entre los que se encontraban, lógicamente, las vías pecuarias. Los "Lligallos", en otras poblaciones valencianas denominados "corts de pastors", por su funcionalidad y simplicidad perduraron prácticamente hasta los mismos años en que desapareció (1836) para los territorios de la antigua Corona de Castilla, donde era la autoridad pecuaria, el Honrado Concejo de la Mesta General.
Precisamente el fuerte y decisivo poder municipal valenciano, ejercido históricamente, hace que nuestras vías pecuarias sean distintas en trazados, medidas y denominación ya que frente a la homogeneidad jurídica y administrativa de tipo general que representó la Mesta, aquí se impuso la heterogeneidad reglamentaria de los distintos "lligallos" de ámbito mucho más restringida. En general, los trazados son más cortos y sinuosos porque también la contrastabilidad medioambiental es alta en cortas distancias. La anchura de las vías es bastante menor, oscilando entre los 20 y los 40 m., es decir lo que en terminología mesteña serán veredas y cordeles. Por último su denominación, adecuada al rango y al tamaño de la vía y, por supuesto, a la lengua del país, es diferente siendo la más común, dentro de la amplitud, la del "Assagador", topónimo éste que, por ejemplo, da nombre a una decena de vías urbanas de la ciudad de Valencia.
El liberalismo español del s. XIX, uniformizador, desamortizador, burgués y castellanizador, pronto se mostró adversario de la agremiación ganadera tradicional,


exclusivista, jurisdiccional y privilegiada que a partir de 1836 vino representada por la Asociación General de Ganaderos. Desde el comienzo de la Edad Contemporánea se advierte un rápido y general declive de la trashumancia que es simultáneo al abandono de los azagadores, y al aumento en progresión geométrico del intrusismo agrícola, de las roturaciones arbitrarias y de la preferencia por otros medios de comunicación como el ferrocarril y después el camión para los desplazamientos de ganados.
Desde finales del s. XVIII hasta la actualidad se asiste a una dura competencia por el suelo público pecuario que ha ocasionado un rosario de conflictos y disposiciones administrativas, que han hecho retroceder de una manera muy significativa esta propiedad colectiva. La política administrativa, por encima de las tendencias, puede resumirse en una voluntad de clasificar las vías pecuarias por una parte en "necesarias y útiles" para la actividad ganadera, conservándolas y mejorándola y, por otra en "innecesarias e inútiles" (R.D., 5-VI-1924) y en consecuencia, enajenable, uno de los principales objetivos de la productivista Ley 22/1974 y en su Reglamento 2876/1978.
El Estatuto de Autonomía del País Valenciano de 1982, en su artículo 31.10, a instancias del art. 149.1.23 de la Constitución de 1978, se declara en exclusiva competente en las vías pecuarias, de cariz conservacionista y de marco estatal, ha significado un punto y aparte en el tratamiento de las mismas. Las vías pecuarias siguen siendo bienes de dominio público de naturaleza demanial, o sea inalienables, imprescriptibles e inembargables, que deben servir prioritariamente a los movimientos de la cabaña ganadera extensiva trashumante o trasterminante y a otros usos rurales, es decir, tienen usos compatibles. Asimismo, deben favorecer el contacto del hombre con la naturaleza en un contexto de ordenación del entorno medioambiental, pudiendo y debiendo asumir usos complementarios. Como complemento a ambos usos las vías deben subsidiariamente comportarse como "corredores ecológicos". 1


(1)Catálogo de la exposición sobre Vías pecuarias: ¿Caminos Silenciosos¿; Centro Cultural de la Beneficencia, 1996 (Obiol, E.)

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