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Castillo y murallas

IGPCV
46.106-9999-000003
Denominació
Castillo y murallas
Altra denominació
Antigua Posada. Palacio de los Vizcondes de Chelva
Municipi
CHELVA
Comarca
LA SERRANÍA
Província
València
Localització
Plaza Mayor
Època
S.XII; S.XIII
Ús primitiu
Defensiu
Estil
Arquitectura medieval
Tipologia
Edificis - Edificis militars - Castells
Foto InmuebleFoto InmuebleFoto InmuebleFoto InmuebleFoto Inmueble
Dades de protecció de l'inmoble
Secció
Primera
Classificació
Béns immobles 1ª
Categoria
Monument
Dades de Declaració
Tipus de Protecció
Declaración BIC genèrica GVA
Data Signatura Acte
11/06/98
Data Publicació DOGV
18/06/98 Vore DOGV
Data Publicació BOE
22/06/98 Vore BOE
Dades d' Entorn
Tipus de Protecció
Entorno de protección BIC genèrico
Data Signatura Acte
11/06/98
Data Publicació DOGV
18/06/98 Vore DOGV
Data Publicació BOE
22/06/98 Vore BOE
Tipus de Protecció
Entorno de protección BIC definitivo. Declaración de entorno
Data Signatura Acte
26/07/06
Data Publicació DOGV
05/09/06 Vore DOGV
Data Publicació BOE
08/11/06
Tipus de Protecció
Entorno de protección BIC provisional. Incoación de entorno
Data Signatura Acte
24/10/05
Data Publicació DOGV
15/12/05 Vore DOGV
Data Publicació BOE
05/01/06
Dades d' Inscripció
Tipus de Protecció
Inscripción definitiva BIC Ministerio
Data Signatura Acte
19/02/02
N° Inscripció Ministeri
R-I-51-0010723
Tipus de Protecció
Inscripción definitiva BIC GVA Publicada
Data Signatura Acte
07/07/23
Data Publicació DOGV
18/07/23 Vore DOGV

La villa de Chelva, situada en la comarca de los Serranos, tiene una población de 2211 habitantes afincados en sus más de 10 barrios encuadrados en marcos diferentes a lo largo de la historia, procedentes de los primeros asentamientos iberos y romanos, pasando luego por las civilizaciones musulmana y cristiana, aunque Chelva estuvo poblada desde la época del Bronce, como se deduce de los hallazgos arqueológicos, posiblemente en otro emplazamiento distinto al actual.
Los asentamientos en la época ibérica han dejado testimonio en numerosos yacimientos tales como la torre de origen íbero-romano o torrecilla, reutilizada por árabes y cristianos y que soportó estoicamente los enfrentamientos carlistas, ya que aún se conservan sus estructuras.
De todos los barrios actuales, el más antiguo, es el de la Petrosa, situado justo debajo del gran peñasco de piedra tosca, resguardado de los vientos del Norte. Próximo a los ríos Chelva y Turia, disfruta de la orientación Sur, que dota al barrio de inmejorables condiciones solares a la llegada de los fríos inviernos.
El barrio de la Petrosa, nombre de origen latino, que quiere decir cosa pedregosa, procede del nombre Petra, piedra. Se encuentra cimentado sobre piedra y a las faldas del mismo peñasco donde está situado el castillo.
Según el Padre Mares, la villa de Chelva contenía población desde la entrada de las eras de la villa, todos los huertos de la balsa llamada de Beatriz, la Pesquera, Benacacira, Ollería, Moreras, huerta de Embaraniz, Crefil, Guarazón, todo el Arrabal circuyendo con sus muros todo el peñasco de la cuesta del baño, viniendo a rematar el Portal del Pico hasta el río. Ninguno de los barrios de Benacacira, El Tinte, La Ollería, Las Moreras, calle Caballeros, La Peyrería, y Arrabal tienen el nombre que en la antigüedad tuvieron, sino el que les pusieron en sus segundas reedificaciones.
Otra de las reflexiones del Padre Mares, es sobre el barrio de la Pesquera que debido a su mismo sitio y cercanía del castillo, manifiesta que estaría poblado desde los primeros tiempos; además que la propia significación de este nombre Pesquera es la de presa, que se hace en el agua para que vaya al molino, sitio muy apropiado para dicho efecto, por la abundancia de diferentes fuentes que allí nacen.
El origen romano de la villa de Chelva es incierto. No obstante, la existencia de topónimos romanos en la comarca de los Serranos, como son Alpuente (Altum pontum) o Domeño (Dominium o Damanium) y la presencia de la envergadura y dimensiones del acueducto de Peña Cortada nos hace sospechar de la presencia de un campamento de obreros y militares, que seria de grandes proporciones y de larga duración.
A confirmar la presencia de población romana contribuye el testimonio del Padre Mares, que nos habla del hallazgo, en 1665, de monedas romanas de plata y de cobre al pie del Remedio, además de la abundancia de sal de piedra o mineral, bol, ocre y jaspes.
También cita el hallazgo, en 1650, de una vivienda con dos salones y bancos, junto a la ermita del Loreto, que nos hace pensar en una posible villa del Bajo imperio. La presencia romana en la comarca se ha visto confirmada recientemente por la aparición de una moneda de Trajano y un dedal de coser en los terrenos de la masía Casa de la Parra, en la que se habían hallado fragmentos de cerámica ibérico-romana.
Con todo, la opinión más extendida es la de que en tiempo de los romanos el lugar en que hoy se asienta Chelva sería un frondoso bosque dentro de los dominios de los damanitanos, pueblo citado por Plinio en la provincia Cesaraugusta. Si tenemos presente que en latín el bosque era designado con el vocablo silva, la hipótesis toma más caracteres de verosimilitud, ya que etimológicamente la evolución de silva a Chelva es correcta, teniendo en cuenta la influencia mozárabe.
Moreu-Rey clasifica Chelva entre los nombres de origen latino que indican la presencia colectiva de árboles.
Las primeras noticias que tenemos son del siglo XI, con la formación de los reinos de taifas. Chelva pertenecía a la taifa de Alpuente, dominio de la familia de los Beni-Cassi. Macarí incluso cita cuatro reyes de Alpuente a lo largo del siglo XI, comprendidos entre 1030 y 1093.
Tras apoderarse los musulmanes de Chelva, el núcleo árabe nació aprovechando el carácter sobresaliente de un peñasco de piedra tosca, formado por la fosilización de restos vegetales a partir de la precipitación calcárea del agua que en medio de la huerta adopta la forma de púlpito. Sobre este peñasco se construyó el castillo o fortaleza. Junto a este castillo o fortaleza se desarrolló y fortificó el primitivo núcleo urbano, como barrio más eminente y fuerte, por estar todo el sobre un peñasco, denominándose Benacacira que significa peña cortada. Según el Padre Mares, el nombre de Benacacira proviene de Benalcayceria. Este nombre tiene tres dicciones que son Ben, Al y Caycería. Benis Al, es la generación y descendencia del moro Alí, que fue quien reedificó dicho barrio y posteriormente lo cercó. Cayceria debería de ser el antiguo nombre del barrio que en tiempos romanos es lo mismo que casa donde se paga el derecho al César. Sus muros fueron unidos con los del castillo, dejando entrada por la placeta que en el siglo XVII se llamó del Angel. Este barrio estaba circunscrito por una muralla con cuatro puertas, de la que subsiste una, la de San Cristóbal. La puerta del castillo o fortaleza se encontraría en la actual plaza Mayor donde está ubicado hoy en día, la Casa Consistorial de Chelva. Las otras dos serían; la que se conocía en el siglo XVII como de Benacacira y la de las Almenas que en ese mismo siglo se le comienza a llamar de los Santos Médicos. Más apartados que Benacacira se desarrollaron los núcleos del Arrabal y de Benajuay, este último situado en el actual emplazamiento de la ermita del Loreto. Fuera del perímetro de los muros se desarrollaron, en época musulmana, los barrios de la Petrosa y el Azoque (sudeste del castillo).
De esta forma los árabes quedaron fortificados de los cristianos, dejándolos en la parte destruida del pueblo, sin muros ni defensa. Estos realizaban sus ejercicios y sacrificios en iglesias subterráneas y otras muchas cuevas dentro de los contornos de la villa. La importancia de la Chelva musulmana, podemos calibrarla por la existencia de unos baños públicos, que han dejado huella en la toponimia urbana actual. Todo el núcleo medieval ha llegado hasta nuestros días conservando un neto carácter musulmán, debido a la abundancia de callejones sin salida, cobertizos y encubiertos que oscurecen sus angostas y tortuosas calles.
Desde finales del siglo XI y hasta la entrada de Jaime I (1238), la villa padecerá los rigores de ser una villa fronteriza. Es un hecho confirmado por la documentación, que el Cid, premeditando la toma de Valencia, el año 1093, hizo su primera aparición conquistando Alpuente, Tuéjar, Chelva y Domeño e imponiendo a los moros de restos lugares un tributo de 10000 dinares. A lo largo del siglo XII, la región será devastada en cuatro ocasiones distintas por las incursiones cristianas: en 1110, por Alfonso el Batallador; en 1177 y 1191, por Alfonso II, y en 1196, por Pedro II, que en 1207 repetirá la incursión, apoderándose definitivamente de Ademuz y Castielfabib.
Poco tardaría la región valenciana en verse de nuevo turbada por la sublevación interna contra el rey Zeyt-Abu-Zeyt, encabezada por el rey de Denia AbuZeyan y respaldada por los walís de Jaén y Murcia. El rey de Valencia, ante la sublevación, abandonó la ciudad y se refugió en Segorbe, donde gobernaría todas las zonas altas del interior, tras un acuerdo de concordia con Jaime I, firmado en Calatayud en 1229.
En 1236, convertido al cristianismo, Zeyt-AbuZeyt hizo donación al obispo de Albarracín- Segorbe de una serie de villas, entre las que se encontraba Chelva y todo su valle. Tal donación no tuvo efectos inmediatos por no ser aceptada por los súbditos del rey moro.
Tras la Reconquista, el obispo de Valencia tampoco reconoció la donación, y solo en 1356 conseguirá el obispado de Segorbe la jurisdicción sobre Chelva tras sentencia de Inocencio VI.
Conquistada Valencia en 1238, Chelva lo fue meses después por el mismo ejército que ocupó Alpuente. En el repartimiento que hizo don Jaime entregó Chelva a don Pedro Fernández de Azagra, señor de Albarracín. Por matrimonio, en 1275, de una nieta de éste, doña Elfa, con Jaime 1 de Jérica, hijo del Conquistador, pasará el señorío de Chelva a la casa de Jérica. Tampoco reinó la calma en la villa tras la conquista, pues el descontento entre la morisma culminará en una sublevación acaudillada por Alazdrach, en 1261, que consiguió ocupar la totalidad de la villa y el castillo y lanzar en 1262 ataques contra la guarnición de Alpuente.
Nuevamente, y a partir de 1335, el señorío se verá envuelto en sucesivos conflictos. Muerto Jaime III de Jérica sin sucesión, heredó sus Estados su hermano don Pedro. Éste, al morir Alfonso IV de Aragón, y fiel a su memoria, ayudó a la reina-viuda, doña Leonor, a huir a Castilla a través de sus Estados patrimoniales de la serranía, puesto que Pedro IV pretendía detenerla. Don Pedro se convirtió así en el paladín de los derechos de doña Leonor y sus hijos, por lo que tuvo que huir a Castilla. El peligro musulmán trajo la concordia con Castilla y el perdón para don Pedro. De nuevo la guerra asolará Chelva cuando en 1347, y frente a la Unión de la ciudad de Valencia, don Pedro se convierta en el principal defensor de la causa realista. Por este motivo los Estados de la casa de Jérica serán de nuevo devastados y saqueados por las tropas de la Unión. Tras la derrota de los unionistas en la batalla de Mislata, don Pedro verá recompensada su fidelidad a la corona con el señorío de Asín.
A la muerte de don Pedro se iniciara un largo pleito sucesor entre la viuda de éste y un hijo bastardo, Juan Alonso. El bastardo se apoderará de Chelva en repetidas ocasiones por la fuerza, y recelando de la fidelidad de los musulmanes del valle de Tuéjar decretó su expulsión. Por esta circunstancia se vio obligado a otorgar carta de población de Chelva a veintiocho cristianos el 7 de febrero de 1369.
Durante estos mismos años el valle padecerá la ocupación castellana por Pedro I, en 1363. Solamente cuando murió don Juan Alonso pudo la viuda de don Pedro, doña Ventura de Arbórea, otorgar nueva carta de población de Chelva a veintiocho cristianos el 7 de mayo de 1370. A los pocos meses otorgaba otra carta de población de las morerías y arrabales de Chelva a quince pobladores moros, firmándola en la mezquita de Benajuay el 17 de agosto de 1370.
En la década de 1380 el señorío fue vendido por 26.000 libras a la familia de don Pedro Ladrón de Vilanova, a quien pertenecía en 1390, cuando el rey Juan I crea el título de vizconde de Chelva. En 1479, por un nuevo pleito sucesor, el vizcondado será invadido por don Giner de Urrea, vizconde de Viota, que se apoderará de Chelva y de su señor. Tras un laborioso estudio, Fernando el Católico falló en 1483 a favor de don Jaime de Pallás, legítimo vizconde de Chelva. La evolución urbana en tan dilatado periodo de tiempo debió de padecer los rigores de una agitada historia, si bien su trazado original no sufriría cambios substanciales.
El castillo y sus recintos amurallados ocupaban un lugar dominante junto al río, y el castillo hoy recae a la plaza Mayor, donde está situada también la iglesia.
La fortaleza fue construida a partir de los siglos XII y XIII, y el palacio señorial fue mandado construir por el vizcondado en época cristiana. Las hipótesis del estudio realizado por los alumnos de la Universidad Politécnica están basados en la continuidad de los muros de la planta baja que prácticamente fueron destruidos en el caso del edificio de propiedad privada que formaba parte del castillo. Seguramente ocurriría a finales del siglo XIII y principios del XIV, a partir de la entrada de Jaime I en Valencia.
Los muros perimetrales de la antigua posada, en torno a tres metros de espesor, mantienen su continuidad hasta el edificio de propiedad privada. El muro recorre todo el perímetro del peñasco en la zona sur, por lo tanto suponemos que el edificio ya era un conjunto en época árabe. La falta de continuidad del muro de 3,5 metros de espesor en Norte, es otra de las incógnitas que quedan por debido al nuevo urbanismo de la plaza a principios de siglo.
A parte del torreón actual, existiría otro de similares dimensiones en la zona este del edificio de propiedad privada fomentando así la vigilancia de la fortaleza. La entrada sería a partir de la antiquísima puerta del Ángel citada por el Padre Marés en la Fénix Troyana de la que hoy en día no queda nada. Por lo tanto la actual entrada por la Cuesta de Palacio no existiría y en ella estarían ubicadas las caballerizas hasta el torreón actual. Los muros perimetrales de todo el conjunto cimentado sobre el peñasco, continuarían su curso hasta el barrio de Benacacira formando así un conjunto.
A partir del siglo XIV, el edificio sufrió una reconstrucción en toda su estructura, levantando muros de mampostería, tapial y sillería encima de los ya existentes. Fue derrumbada la antigua puerta del Ángel, y situaron una nueva en mitad del edificio, dejando una parte como dependencias del vizconde y otra como edificio civil y religioso. A esta puerta se le llamó Cuesta de Palacio ya que subía desde el pueblo hasta el Palacio quedando éste dividido en dos zonas ya mencionadas anteriormente. La parte correspondiente al palacio tenía un patio interior que iluminaba todas las dependencias del mismo. El muro Norte seguiría la misma dirección que en la época anterior y su altura se vería incrementada en dos metros más.
Los inicios del edificio de la Antigua posada de Chelva se remontan al siglo XI, construyéndose un castillo en la época de dominio árabe. Después de la reconquista, los cristianos edificaron una hipotética iglesia dentro del castillo. Posteriormente, se cubrió todo el edificio convirtiéndolo en palacio para el Vizcondado. Ya en el siglo XIX, el uso del edificio fue el de una posada, reformada y ampliada para dar cobijo a las gentes de paso.
Los musulmanes edificaron un castillo-fortaleza con unas murallas de 3,5 metros y 2,45 metros de espesor, a norte y sur respectivamente. Estas murallas tenían una altura de 6 metros incluyendo las almenas. Hoy en día, esta muralla la situamos en altura hasta el primer piso, justo donde la muralla reduce de espesor. Un torreón en la zona oeste, con una altura de 12 metros, que hoy queda patente en el tercer piso, cuyos muros alojaban las almenas-saeteras de defensa del castillo. El torreón tenia una terraza intermedia por laque se puede acceder al exterior desde el segundo piso. Esta terraza debería estar comunicada con el torreón principal mediante una escalera interior y perimetralmente con un muro que dividía dos zonas totalmente diferenciadas. Los musulmanes reedificaron el castillo elevando sus murallas a una cota de 16 metros, como prueban las almenas-saeteras encontradas a partir de las catas realizadas en el segundo piso. Esta elevación se hizo con el propósito de evitar el incesante ataque del ejército cristiano a los dominios árabes.
Tras la reconquista, se edificó una iglesia en el interior del castillo y se comunicó con sendos pasillos todo el perímetro de defensa del castillo tanto por la parte norte como la sur. Posiblemente en el siglo XV, a causa de la falta de perspectiva de defensa que produjo la construcción de la iglesia se edificó un segundo torreón situado en la zona sur. Tras subir por la Cuesta de Palacio, en aquella época nos encontraríamos con un gran patio interior que daba acceso a la iglesia y a los lugares representativos civiles que dominaban la villa de Chelva. La entrada a la iglesia era por nave lateral a través de un arco de medio punto del que solo queda su arranque. Para acceder al castillo había que girara una esquina situada estratégicamente debajo del segundo torreón, sorprendiendo de improvisto a sus atacantes. Este acceso se hacía paralelo a las murallas del castillo, así obligaban a sus enemigos a estar desprotegidos mientras subían por la cuesta. Posteriormente y en época de los vizcondes, se cubrió todo el edifico alargando la cubierta de la iglesia hasta los antiguos pasillos exteriores de defensa. Se construyó la nueva iglesia y entonces el castillo pasó a tener un uso civil. La cubierta del torreón se construyó a dos aguas y las almenas las convirtieron en saeteras dejando como único espacio al aire libre el perteneciente a la antigua terraza. Este fue el paso de castillo-fortaleza a palacio reinante por el vizcondado. La vigilancia del palacio se hacia desde el interior del mismo excepto en la terraza exterior. Esta zona del edificio fue destinada a la defensa del palacio que estaría a la otra parte debido al gran patio central que hoy existe en la zona este. En definitiva, en la parte oeste se alojarían los soldados y caballerizas mientras que en la otra viviría el vizconde y sus súbditos dejando en medio un patio interior que dividiera las dos zonas.
Durante estos siglos se cambiaría la dirección de la cubierta anterior y los faldones evacuaran las aguas a las murallas antiguas siendo la cumbrera paralela a la dirección de estas. También se construirán los forjados del tercer piso para almacenaje de grano y otros alimentos en la zona de la antigua iglesia. Se abrirán unos huecos para ventilar los alimentos almacenados.
En esta época, no se volvió a reconstruir el antiguo torreón y se quedo igual que esta ahora. Se amplió la parte este con tres nuevos módulos que están patentes en la actualidad, todos ellos a un agua y en lamentable estado de conservación. Posteriormente se amplió la fachada norte con un nuevo módulo que forma la parte del encuadre geométrico de la plaza actual.
LAS MURALLAS
Según el Padre Marés, las murallas cristianas se construyeron: ¿a partir del castillo por la Tenería y de allí, dejando en medio todo lo que hay derrotado de la Petrosa, bajaba al portal que hoy llamamos de San Antón de las Moreras, de allí seguía recto hasta la que hoy día permanece de la Perayría, dejando fuera dicha Perayría que después se pobló¿.
De allí venía el muro hacia la puerta que hoy permanece de la plaza del Arrabal, y de allí por la calle Caballeros, dejando dentro la calle y fuera todos aquellos huertos, seguía el muro hacia la Carrera, por donde cruzando la plaza se volvía a unir el castillo, dejando en medio de la plaza otra puerta que miraba al poniente, que destruyeron cuando abrieron las zanjas para el nuevo templo. Las dos puertas más significativas de esta muralla mandada construir por Jaime I, son la del Azoque y la Peirería.
De forma que vino a quedar Benacacira tan apartada de la villa que en algunos mapas antiguos, les ponían y notaban los cosmógrafos, como a distintos lugares. Como conclusión, los barrios amurallados serían el de la Petrosa, Azoque, cuesta del cementerio y calle Caballeros quedando el barrio de Benacacira totalmente aparte.
Los árabes construyeron extramuros todo el Arrabal y Portal del Pico conviviendo con los cristianos. Posteriormente, construyeron el barrio de Benajuay dentro de su huerta, donde vivían exclusivamente ellos.
La población cristiana fue aumentando y llegó un momento en el que ya no cabrían intramuros y comenzaron a dilatarse añadiendo extramuros el barrio de la Perayría. Se construyó un nuevo contramuro y puerta que se vino a incorporar con el Azoque. A continuación, se unieron a los muros de Benacacira, los barrios de la Cárcama y el Tinte. Por la parte del mediodía se añadieron los barrios de las Moreras y Ollería.
Por último, en el siglo XVII, se fue poblando todo el espacio que había entre Benacacira y la villa, formando los barrios de la Pesquera y la Carrera. En total se contabilizaban alrededor de 600 casas a mediados del siglo XVII.
En cuanto a los aspectos ornamentales se conserva la decoración de la fachada de estilo académico, de finales del siglo XIX o principios del XX, recayente a la plaza Mayor. (C.Pérez-Olagüe. Extraído del ¿Estudio Previo de la Posada de Chelva. Asentada sobre fortificaciones islámicas¿ Trabajo Final de Carrera de Agustín Durá Herrero, María Dolores González Iturbide, Alberto López Marzal, Carlos Yago Alabadí. Universidad Politécnica de Valencia)

Fotos

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