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Conjunto Histórico

IGPCV
12.042-9999-000023
Denominació
Conjunto Histórico
Municipi
CATÍ
Comarca
L'ALT MAESTRAT
Província
Castelló
Tipologia
Infraestructures - Assentaments - Asentaments urbans - Centres urbans
Foto InmuebleFoto InmuebleFoto Inmueble
Dades de protecció de l'inmoble
Secció
Primera
Classificació
Béns immobles 1ª
Categoria
Conjunt històric
Dades de Declaració
Tipus de Protecció
Incoación BIC estatal
Data Signatura Acte
09/02/79
Data Publicació BOE
07/03/79 Vore BOE
Tipus de Protecció
Declaración BIC singular GVA
Data Signatura Acte
22/10/04
Data Publicació DOGV
27/10/04 Vore DOGV
Data Publicació BOE
03/12/04
Dades d' Inscripció
Tipus de Protecció
Inscripción definitiva BIC Ministerio
Data Signatura Acte
22/03/05
N° Inscripció Ministeri
R-I-53-0000603

Catí es una excepcional muestra de asentamiento medieval posterior a la reconquista, que conserva intacto su trazado urbanístico así como interesantísimas muestras de arquitectura de esta época y posteriores.
¿ Evolución histórica
La historia de Catí es relativamente reciente. No tiene en el pasado vestigios anteriores al siglo XIII y es, por tanto, creación posterior a la reconquista del rey don Jaime. Antes de la conocida Carta de Repoblación, concedida el 25 de enero de 1239, la existencia de Catí ya estaba documentada, por cuanto en dos documentos de 1233 en los que se señalan los límites del término general de Morella, aparece ya citada.
Es posible que el primer asentamiento de la población no estuviera radicado en el actual emplazamiento de la misma y que el primer Catí estuviera en la partida de la Font, denominada La Font de Catí. En esta partida, sobre la masía del mismo nombre, todavía se aprecian restos de edificaciones que bien pudieran corresponder a la primitiva población.
Catí formaba parte de las aldeas de Morella y, como tal, estaba bajo la dependencia de don Blasco de Alagón, quien el 25 de enero de 1239, dio Carta de Repoblación de Catí a Ramón de Bocona y a otros cuarenta pobladores.
La carta fue a fuero de Zaragoza, y se quedó para él los hornos y los molinos, que, a su vez, concedió a Ramón de Bocona, con ciertas obligaciones tributarias. El 5 de noviembre de 1243 el rey don Jaime, desde Xàtiva, confirmaba la Carta Puebla de Catí, demostrando el monarca su enfrentamiento con don Blasco de Alagón, señor de Morella.
En 1252 y entre 1268 y 1271, Ramón de Bocona vendió los derechos de Catí a Ramón Castellá. Bocona, a quien el rey le había encomendado la repoblación de Onda se estableció en esta población. En el año 1468 Morella vendió sus derechos sobre Catí a Joan Forés de Sant Mateu y trece años más tarde Forés revendió de nuevo Catí a Morella por la misma cantidad por la que lo había comprado, 25.000 sueldos. Desde su misma fundación Catí, al igual que las restantes aldeas, sostuvo grandes y largos pleitos con Morella, debido a que ésta ejercía el mero y mixto imperio en todos sus dominios y las aldeas se veían obligadas a cargar con fuertes contribuciones y con la prestación personal, destinados a obras de utilidad exclusiva de Morella.
A menudo los conflictos se suscitaban también por las demarcaciones de los respectivos términos de cada una de las aldeas; pues, si bien existían unos hitos que definían los límites entre las posesiones de cada aldea y de Morella, la extracción de madera, resina, piedra, pastos y demás, provocaba numerosas quejas. Los pleitos comenzaron en 1292 y el arbitraje del rey Jaime II no satisfizo a ninguna de las partes. En 1306 hubo un pacto de avenencia entre Morella y sus aldeas; mediante los capítulos acordados el 6 de junio de dicho año, las relaciones entre ambas partes quedaron más reglamentadas y el papel de las aldeas adquiría un cierto protagonismo.
Las aldeas consiguieron tener voz en las cuestiones pertinentes a Morella y a ellas mismas, e independencia para poder presentar sus quejas al rey. Sin embargo esta concordia no resolvió las cuestiones de fondo y Morella continuó presionando sobre las aldeas. A partir de 1306 y hasta 1340 los conflictos entre ambas partes fueron numerosos. En este último año, las aldeas consiguieron de la reina Eleonor la delimitación exacta de sus respectivos términos. Faltaba, no obstante, la independencia del Justicia de Morella. En 1358 el rey Pedro el Ceremonioso concedió una independencia interina de las aldeas, durante el periodo de la guerra; la libertad absoluta no se alcanzó hasta 1691. Definitivamente, el 9 de febrero de 1691 el rey Carlos II concedía el ¿Real privilegio de Separación de la jurisdicción de la villa de Morella y erección en villas con todos los privilegios concedidos a las demás villas reales del Reino a excepción del voto en Cortes y Sorteo de Oficios de la Diputación del Reino¿. Como consecuencia de la independencia y ejecutando la orden del rey se entregaron las llaves de la cárcel al Justicia, se plantaron las horcas y se dio posesión ¿del Forn¿, ¿del Formatge¿, ¿del Graner¿, ¿de les Primícies¿, ¿de la Carnisseria¿, ¿del Pes¿, ¿de les Mesures¿, ¿de l¿Hostal¿, ¿de la Taverna del Vi¿, ¿de l¿Oli¿, ¿de les Aigües¿ y ¿de les Fustes¿.
Después de su independencia, Catí, la mayor en extensión de su término entre las aldeas de Morella, no aparece con tanta frecuencia en los documentos. Situada en un lugar aislado, sin desempeñar nunca el papel de protagonista, la población atravesó momentos económicos críticos a lo largo del siglo XVIII, motivados por la compra de los derechos que sobre ella tenía Morella; no obstante, a finales del siglo mencionado, Catí había superado la crisis económica.
Durante la segunda mitad del siglo XIX y los inicios del XX, el núcleo urbano asistió a una paulatina despoblación, motivada especialmente por la emigración a centros industriales.
¿ Análisis y desarrollo urbano.
En primer lugar, la forma alargada de Catí obedece a la existencia en sus dos extremos más distantes, de dos fuentes, la ¿Font Vella¿ y la ¿Font Nova¿, que aseguran el abastecimiento de agua a la población. Desde el siglo XIV los documentos constatan los trabajos de reparación de ambas fuentes, de las conducciones y de las pilas de los abrevaderos fundamentales para los ganados. La calle Mayor y las dos plazas ¿de Dalt¿ y ¿de Baix¿ sirven de conexión entre los dos manantiales y la vía que marcan, fue la más importante desde el siglo XIII.
Transversalmente, las vías de los ganados que salían hacia el Norte, hacia las montañas ¿calle ¿Sant Roc¿ o ¿D¿En Galiá¿¿ y hacia el Este, ¿ callejón que nace en la plaza de la iglesia y desemboca en el ¿Davall-Davall¿-, indicaban otros ejes secundarios que, sobre todo en el segundo caso, tuvo muy escasa importancia como vía de comunicación. Otros ejes secundarios nacían desde la plaza ¿de Dalt¿ y desde el portal de Valencia.
Desde el siglo XIII todo el conjunto estaba planificado. Al mediodía y en las vías principales habitaba la población. La zona Norte y Noroeste, sin embargo, estaban ya parceladas o aprovechadas como corrales de ganados. Cuando en el siglo XVIII el aumento demográfico obligó a la construcción de nuevas casas, los corrales fueron convertidos en edificios habitables para las personas. Precisamente por estas nuevas edificaciones, en 1775, se fabricó un horno nuevo en la calle de L¿Om, actualmente el ¿carrer Llarguer¿ o calle Larga. Esta conversión de corrales en casas motivó la ampliación de núcleo urbano en arrabales, ¿el de les escoles¿ y el de ¿la Font Nova¿ o de ¿Santa Ana¿; en este último arrabal ya había algunas casas en 1370, situadas extramuros.
Todo el núcleo urbano, salvo la parte de mediodía, en la que el nivel del terreno servía de protección a las edificaciones de aquella parte, estaba protegido por un muro que lo cerraba. No se trataba de un muro de grandes proporciones, servía como resguardo de la población, como protección de primeras necesidades, habiendo habido momentos en que se vio obligado a cumplir funciones de verdadera defensa. En este muro se abrían algunos portales situados en las entradas de las vías más importantes. En 1462, ante los hechos de la guerra de Juan II, Catí renovó las puertas y las barras de los portales y restauró los muros destruidos. Consta documentalmente que, en 1528, con motivo del paso del rey Carlos por el término de Catí, camino de Monzón, donde se celebraron las Cortes, la población empedró el portal del ¿Almançà¿. En 1679, el Consejo de la villa acordó adobar el portal del ¿Peiró de la Passió¿ o de la ¿Font Vella¿ y levantó una capillita dedicada a San Roque encima de este portal. En este mismo portal, en 1721, se levantó una capillita de mayores proporciones. En 1773, sobre el portal de la ¿Font Nova¿, se construyó una capilla dedicada a San Vicente Ferrer; se levantaron dos grandes pilastras separadas del portal, edificando encima una espaciosa capilla en la que se colocaron un altar, un retablo y una imagen del santo; sobre la capilla había una espadaña. Todos estos portales, que todavía se conservaban en los primeros años del siglo XX, fueron derrocados por ¿necesidades¿ surgidas de la construcción de la carretera de Catí a la ¿Venta del Aire¿ y de Catí a ¿L¿Hostalet de Vilardecanes¿. En 1922 se derribó el portal de la ¿Font Nova¿ o de ¿San Vicente¿ con el consentimiento del Obispo, y se construyó una nueva capilla para el santo encima del depósito de agua de la fuente. En 1932 se procedió a la destrucción de los restantes portales; en este año desaparecieron el de la calle de San Roque, el del Cementerio antiguo y el de Sant Joan. La estructura de todos estos portales era similar, y de características materiales y técnicas muy sencillas. Estaban adosados a los muros o a
las partes traseras de las casas y se reducían a una puerta con arco de medio punto, con dovelas de piedra. El portal de Sant Roc tenía el grueso de un muro de defensa, de casi dos metros de anchura. Los portales sobre los que se había edificado una capilla tenían la estructura de una torre cúbica, basados sobre cuatro pilares de los que arrancaban cuatro arcos de medio punto, el interior de los cuales, de dimensiones más reducidas, servía de entrada a la población. Queda constancia de estos portales por fotografías anteriores a su destrucción en 1932.
Hasta los inicios del siglo XX Catí ha mantenido su estructura medieval. Las construcciones del siglo XVIII no alteraron su trazado; lo ampliaron con nuevas casas que siguieron, pese a la diferencia de siglos la tipología de las viviendas de los siglos XIII-XV. Puntualmente aportaron novedades, especialmente en la calle Mayor. A finales del siglo XIX y comienzos del XX, algunas casas, dentro de la tipología romántica situadas en el ¿carrer Llarguer¿ y en la plaza de ¿Dalt¿ son las únicas aportaciones de una arquitectura reciente a las características medievales de la población.
En el trazado de Catí, como se ha indicado, existen dos áreas que corresponden a dos etapas de construcción. La primera área se subdivide en dos partes; la primera de las cuales que comprende la zona del mediodía, posee un trazado recortado, tortuoso y de calles estrechas; está situada entre el antiguo portal del ¿Peiró de la Passió¿ y la iglesia y entre la calle ¿major¿ y el ¿Davall Davall¿ y la segunda comprende la calle Mayor y las dos plazas de ¿Dalt¿ y de ¿Baix¿ y tiene, en líneas generales, un trazado más amplio (hay que señalar que en 1931 se cortaron las capillas laterales de la parte del evangelio de la iglesia parroquial que estrechaban el paso de la calle); las dos plazas son amplias, de diseño irregular ambas. La segunda área la comprende el ¿carrer llarguer¿ o calle Larga, siguiendo la planificación inicial. El trazado de la calle es, en su conjunto, el más regular y amplio; nace en la calle de San Roque y desemboca en la Font Nova, cerrando, por su parte posterior, el núcleo de la población por el lado Noroeste. Con la excepción de los edificios singulares, las características constructivas, tipológicas y distributivas de las casas de todo el núcleo urbano, en su estado originario, son muy sencillas. Los materiales utilizados, son la mampostería, unida con mortero de cal, enlucida y piedras de cantería en las puertas de arco de medio punto con dovelas y en los vanos de las ventanas adinteladas; el ladrillo o la madera para los aleros y la teja moruna para los tejados.
La tipología de las fachadas, reflejo parcial de la distribución interior, presenta como esquemas más generales, edificios de planta baja, piso y desván; la planta baja con portada de piedra adovelada; el piso con ventana cuadrada o rectangular vertical, realizada con piedra picada, con algunas molduraciones, especialmente en el dintel y en los montantes; en algunas casas, en lugar de ventana había baranda, no balcón, de madera, de trabajo muy sencillo; probablemente, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, algunas ventanas fueron transformadas en balcones, con baranda de hierro de forja sencilla; el desván tiene ventana rectangular o galería cubierta. En cuanto a la distribución, de acuerdo con la parcelación eminentemente estrecha y alargada, las casas disponían en la planta baja, en la parte delantera, de cocina y comedor, y al fondo las cuadras para las caballerías; algunas casas tienen las cuadras en la parte delantera junto a la entrada, abriéndose un pequeño vano en la fachada. El primer piso se dedicaba a dormitorio. El desván estaba dedicado a almacén de granos y de otros alimentos. Las fachadas estaban rematadas por alero bastante salido de ladrillo o de madera muy elemental. El tejado era de teja moruna fabricada en un principio en Catí, en 1424 y hasta finales del siglo XVII; en época reciente las tejas se importaban de Traiguera y de Albocàsser. (C.Pérez-Olagüe. Basada en la descripción de Dalmases y Pitarch del Catálogo de Monumentos y Conjuntos de la Comunidad Valenciana).

Fotos

Foto InmuebleFoto InmuebleFoto Inmueble

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