Real Monasterio de San Miguel
En las afueras de la población sobre el cerro del mismo nombre se encuentra el Real Monasterio de San Miguel. Fue fundado por Jaime II, y con posterioridad reformado por el rey Martín el Humano en 1406. Fue residencia de beatas dedicadas a la oración, manteniéndose con instituciones y privilegios hasta 1806, año en el que Carlos IV reguló nuevas ordenanzas que perdurarían hasta 1895. A partir de este momento las ocupantes pasan a ser monjas de clausura bajo la regla de la Visitación, y a partir de 1977 Terciarias Franciscanas.
Se trata de un conjunto de edificaciones irregulares en torno a la iglesia.
La fachada principal fue construida en 1900, esta rematada por una espadaña y por la imagen del santo titular. El acceso se realiza a través de dos portadas de arco de medio punto que dan paso a una escalinata que finaliza en el patio, situado en la parte mas elevada del cerro. En este patio hay un aljibe con un brocal de piedra, en el también se encuentran las puertas de la iglesia y del convento.
La iglesia actual fue realizada entre los años 1756 y 1774. Es de una sola nave con capillas laterales comunicadas entre sí, y dividida en cuatro tramos. Está cubierta con bóveda de cañón con lunetos, y presenta una decoración rococó realizada en yesería, así como pinturas dieciochescas. El presbiterio esta coronado por una cúpula, tras él se encuentra el camarín realizado por Vicente Marzo, arquitecto académico, entre 1794 y 1807. Presenta ocho columnas dóricas con molduras y cornisa sobre las que se desarrolla la bóveda rebajada con decoración dorada. Cabe destacar las pinturas de los muros y del techo realizadas por Manuel Camarón Meliá, que hacen referencia a la leyenda de San Miguel.
La imagen del titular de 1411, costeada por la beata Enriqueta Gilabert, fue destruida en la guerra civil sustituyéndose por otra de similares características, realizada por José María Ponsoda Bravo en 1940.
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