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Iglesia Arciprestal de Nuestra Señora de los Ángeles

IGPCV
46.106-9999-000001
Denominación
Iglesia Arciprestal de Nuestra Señora de los Ángeles
Otra denominación
Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles
Municipio
CHELVA
Comarca
LA SERRANÍA
Provincia
VALENCIA
Localización
Plaza Mayor s/n
Época
S.XVII; S.XVIII
Uso primitivo
Religioso
Uso actual
Religioso
Estilo
Manierismo - Barroco
Tipología
Edificios - Edificios religiosos - Iglesias
Foto InmuebleFoto InmuebleFoto InmuebleFoto InmuebleFoto Inmueble
Datos de protección del inmueble
Sección
Primera
Clasificación
Bienes inmuebles 1ª
Categoría
Monumento
Datos de Declaración
Tipo de Protección
Incoación BIC estatal
Fecha Firma Acto
29/05/81
Fecha Publicación BOE
27/08/81 Ver BOE
Tipo de Protección
Declaración BIC singular GVA
Fecha Firma Acto
06/10/06
Fecha Publicación DOGV
11/10/06 Ver DOGV
Fecha Publicación BOE
27/12/06
Datos de Entorno
Tipo de Protección
Entorno de protección BIC definitivo. Declaración con entorno
Fecha Firma Acto
06/10/06
Fecha Publicación DOGV
11/10/06 Ver DOGV
Fecha Publicación BOE
27/12/06
Datos de Inscripción
Tipo de Protección
Inscripción definitiva BIC Ministerio
Fecha Firma Acto
13/03/07
N° Inscripción Ministerio
R-I-51-0012034

El templo de Nuestra Señora de los Ángeles es una imponente construcción del siglo XVII, de aproximadamente 32 metros por 49 metros de planta, inspirada en el Gesú de Vignola, con importantes innovaciones barrocas y una posterior fachada manierista. Guarda grandes similitudes con otras grandes iglesias del momento como la Asunción de Llíria y la fachada de San Miguel de los Reyes.
Sustituye a otro más antiguo construido en el mismo solar hacia 1400, que a la vez se había levantado sobre una pequeña iglesia edificada tras la conquista de Chelva por Jaime I.
La construcción de Nuestra Señora de los Ángeles fue larga y costosa, sufriendo demoras e intervalos de inactividad debido a las enormes proporciones del templo. Marés y Tormo narran los hechos de la construcción de la iglesia. Así, en 1626 es demolida la antigua iglesia y se inicia la actual, colocando la primera piedra el dos de abril de ese mismo año. Entre 1634 y 1644 se encarga de las obras el arquitecto Juan Jerónimo Larrañaga, a quien se le puede atribuir el plan general de la iglesia y la portada. Tormo cita, durante este periodo, a colaboradores como fray Gaspar de San Martín (1638) y a Pedro de Ambuesa (1638-1645 o 46). En el periodo comprendido entre 1644 y 1646, a la muerte de Larrañaga se encargan de continuar con lo empezado Ambuesa Y el padre Albiniano de Rojas, ya que no eran maestros de obras.
En 1652 y 1656 las obras se realizan a cargo de Juan Martínez de Arce. Le sustituyó José Artigues hasta 1659, dando Marés la fecha de 1600 como la final de la mitad de la realización del edificio (portada, nave central y capillas laterales).
En 1676 se reanudan las obras con Juan Pérez Castiel, estableciéndose en el contrato la conclusión final del templo, levantando el crucero, la cúpula, el presbiterio y el campanario. Hasta 1702 se llevó a cabo lo estipulado, y además se adaptó lo ya realizado con una nueva concepción decorativa y se remato el imafronte. Colaboró Joseph Minguez, quien probablemente realizó el campanario.
En 1770 se concluyó la capilla de la Comunión, según la inscripción de la portada. Ya en el siglo XIX, en 1887, se instala el reloj en la torre, y se repinta toda la iglesia. Durante la Guerra Civil del 36 sufrió grandes desperfectos en sus bienes muebles, se perdieron las siete estatuas de la portada y fueron destruidos todos los retablos.
La planta es de cruz latina con capillas laterales y crucero de igual profundidad inscrita en el tradicional rectángulo, según modelo difundido por la Orden Jesuítica a partir del Concilio de Trento, que junto con otras iglesias seiscentistas valencianas, como la parroquial de la Asunción de Llíria y el Monasterio de San Miguel de los Reyes significa un nuevo paso ya casi definitivo en Valencia hasta entonces todavía bastante fiel a la planta de tipo salón de raigambre gótica.
La nave se cubre con bóveda de cañón, reforzada con arcos fajones, en la que se abren en cada tramo sus correspondientes lunetos en cuyos arcos formeros se sitúan grandes ventanas rectangulares que iluminan la misma. El profundo presbiterio también se cubre con bóveda de cañón, pero sin lunetos y sustituyendo los arcos fajones por un casetonado rectangular en el que se inscriben rombos donde se alojan elementos decorativos colgantes en forma de rosetón. Igual decoración se encuentra en las dos bóvedas transversales del crucero y los arcos fajones de la nave.
La gran cúpula del crucero es circular y de tambor bajo. En él se abren ocho ventanas enmarcadas de rocalla y todo descansa en cuatro pechinas cubiertas por la típica decoración de Juan Pérez Castiel: ángeles tenantes que portan escudos alegóricos (castillos heráldicos por Chelva y haces de trigo y vides por los labradores que la repoblaron en 1400) rodeados de un vigoroso amontonamiento de retorcida hojarasca.
Destacan las puertas de la sacristía y de la antigua capilla de la Comunión por su densidad ornamental: dos columnas salomónicas soportan un entablamento iniciando muy pronto una brusca elevación hacia el centro diluyéndose en una serie de motivos orgánicos guardando simetría.
La profusa decoración se extiende a todo el templo, pero más espaciadamente. Así la cornisa que recorre todo el perímetro interior, excepto en el lugar donde se situaba el retablo del altar mayor no decora todo su friso longitudinalmente, como cabría esperar por su propio cometido ornamental, sino verticalmente al utilizar un entablamento de ménsulas. Sobre las pilastras se sitúan los angelotes que, junto a la sucesión de ménsulas, riman el entablamento. El arquitrabe se reduce a dos finas fajas, mientras que el liso friso y el sofito de la cornisa son enormes. Las pilastras que lo sostienen son de orden compuesto, levantándose sobre pedestales y almohadilladas que en su tercio inferior poseen una cornucopia que en las de la nave lleva pintada alternadamente la inscripción "ANNO 1692".
En las ventanas del crucero Pérez Castiel adelanta la solución que quince años más tarde se incorporaría al repertorio barroco más utilizado: el arquitrabe escalonado.
En el testero de la nave que carece de ventana, se encuentra una hornacina en la que se sitúa un santo labrador flanqueado de dos figuras coronadas que portan vides y trigo siguiendo la iconografía ya comentada de las pechinas del crucero. También las ventanas de éste último se flanquean de figuras alegóricas: a ambos lados dos ángeles tenantes y dos aves fénix, clara referencia al delirante libro de D. Vicente Marés "La Fénix Troyana", editado en Valencia, en donde afirma que esta villa fue fundada por los huidos de Eneas de Troya, arrebatándole a la ciudad del Tiber el honor dado por Virgilio.
En conjunto la decoración es magnífica y muy característica de Juan Pérez Castiel, cuya fecunda carrera se inicia en 1674 con la renovación del presbiterio de la Catedral de Valencia, con cuyas soluciones ornamentales guarda evidentes similitudes.
Nada tiene que ver con esta decoración efectista, la contenida y fría fachada manierista que da acceso al templo. Se trata de una gran portada retablo de estricta ordenación y gran corrección pero que en conjunto sus proporciones y articulaciones son discutibles y poco afortunadas: toda ella queda apaisada y parece como si los ordenes estuvieran compuestos a la manera más ordentista y menos imaginativa posible. No carece de prestancia y es una muestra interesante de un manierismo muy típico: la portada es de cuatro pisos de tres vanos cada uno, excepto el último que solo tiene uno. Los vanos quedan separados por semicolumnas pareadas correctamente superpuestas, de abajo a arriba, dórico, jónico, corintio y compuesto con sus ordenes. A medida que se sube, la transgresión del canon proporcional e icónico aumenta: los fustes de las columnas van adoptando ornatos contenidos pero extravagantes y van reduciendo su altura sin reducir la distancia entre ellas. Esto junto a la continuidad de las cornisas hace que las proporciones se horizontalicen y achaten. Además de ciertas rarezas decorativas, como el pináculo apagodado del último frontón o las extrañas taraceas laterales cabe destacar una de carácter estructural: el acceso se realiza por dos entradas laterales quedando el vano central ciego. En este vano ciego se encuentra el escudo barroco sostenido por "putti" alados sobre una ondeante tela de estuco. La portada queda como pegada al gran imafronte del templo, de perfil escalonado y coronado de pináculos, y en su lado derecho se eleva el campanario.
El campanario es de planta cuadrada y rematado por una estructura típica en ladrillo de Minguez, el cual consolidó el prototipo de torre barroca valenciana del siglo XVIII: el templete de coronamiento está asegurado por cuatro contrafuertes de perfil rectangular dispuestos en diagonal. Cada uno de ellos se perfora con un arco de medio punto y soporta una voluta maciza que lo une con la espadaña que se cubre con un acusado tejadillo de teja azulada a cuatro aguas.
La capilla de la Comunión es más tardía, fue acabada en 1770, se sitúa en el costado derecho y es como una replica a menor escala de la iglesia, aunque su presbiterio es semicircular y su decoración menor. Destaca su portada sobre la que se desarrolla un imafronte mixtilíneo sobre el que se abre un vano adintelado guarnecido por una moldura convexa y enmarcado por dos ordenes jónicos apilastrados rematados por un frontón triangular partido, irrelevante frente al aparatoso despliegue ornamental que se desarrolla alrededor de una hostia esculpida con un dosel pétreo que la cubre y una serie de nubes acaracoladas que la acompañan. La portada se remata con tres pináculos, dos situados simétricamente sobre el frontón y el tercero sobre dosel pétreo. (C.Pérez-Olagüe)

Fotos

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Plano

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